El mes de Junio estuvo lleno de actividad. A primeros de mes papá me compró la equipación de la selección con el número 9. Luego me vistió de futbolista y no hacía más que decir tonterías como que era la nuevæ de la selección o "Villa jubilacón, María selección".
A medio mes, mis papás me llevaron a Asturias a bautizarme. No me explicaron muy bien en qué consistía aquello, sólo me dijeron que sería un día de fiesta. Para amenizar el evento, un señor que hasta entonces me caía bien decidió echarme un cuenco de agua en la cabeza. En el momento no me sentó nada bien, pero como soy de buen carácter, le perdoné.
La verdad es que la fiesta estuvo entretenida, pero mientras todos los demás se daban un homenaje gastronómico, yo me tomé el menú de siempre. Digo yo que podían haber buscado otra teta, aunque solo fuera por variar. Creo que la que mejor se lo pasó fue mi prima Caminito y, gracias a ella, todos pasamos un rato más que rebueno. Desde entonces, me dijeron que podía llamar padri al Titorrob y madri a la mamá de Caminito. Espero no se cele mi primita, ni tampoco el ordenador del Tito.
La merienda también estuvo entretenda. Mientras yo comía en el paseo de San Lorenzo una nenita muy majica me cantaba algo que sonaba como "Pintxo gure txakurra da ta".
Después de mi bautizo fuimos a pasar unos días a Santander. Los cántabros (papá les llamaba distinto, pero parecido), como son muy suyos, han escrito por todas partes "Cantabria Infinita", pero tan grande no es, porque en una semana la recorrimos enterita con el coche de papá. A mí lo que más me gustó fue la playa, pero acabé un poco frustrada porque mis papás no me dejaban comerme la arena.
Lo que menos me gustó es que todos los días mis papás me decían que me iban a presentar a un niño que se llamaba Botinico, pero nunca lo vi. Por eso quiero aprovechar este blog para hacer un llamamiento: "Botinico, si lees esto escríbeme, que tengo muchas ganas de conocerte".
Como todo lo bueno se acaba y yo ya estaba muy cansada, después de una semana, volvimos a Casa.